#TodoMuyCoherente

La coherencia en la vida se ha convertido en un valor a la baja. A nuestro alrededor podemos comprobar cómo resulta difícil buscarla en el mundo actual, puesto que se ha convertido en un incómodo compañero de viaje al que muchos están dispuestos a abandonar en la primera gasolinera que se encuentren en el camino. Desechamos lo que nos molesta y de hecho en muchas ocasiones la mayor parte de la sociedad ha renunciado a exigir una dosis necesaria de verosimilitud en muchas de las píldoras azules en la simbología de Matrix con las que quienes nos gobiernan pretenden que comulguemos.

Sin embargo, la coherencia tampoco constituye un valor absoluto. Por el contrario, la coherencia es un instrumento eficaz de mostrar comportamientos y mensajes al público en general. Nos resulta imprescindible si queremos ser creíbles. Pero no es suficiente, no lo olvidemos. Y es que mostrar coherencia no exime practicar un examen de veracidad sobre el argumento, el mensaje o el comportamiento en particular. Podemos sostener una determinada idea con coherencia, pero si la misma no es verosímil, creíble y acertada, de nada nos servirá haber mostrado esta máxima adecuación entre lo que se cree y la manera de sostenerlo de una manera pareja.

Siempre nos gusta citar el mismo ejemplo. Marcelino Camacho, el líder sindical ejemplo de coherencia personal como ninguno. Su vida es un ejemplo de abnegación y de adecuación entre lo que creía y la manera de sostenerlo con su propia vida a lo largo del tiempo. Ello le llevó a tener una vida austera y a pasarse una buena temporada disfrutando de la hospitalidad de las cárceles de Franco. Esto le honra. Pero defendía una ideología totalitaria que pronto se demostró inhumana e ineficaz. Su proverbial coherencia personal en nada aportó veracidad a la ideología que sostuvo en vida. Un totalitario es un totalitario por muy coherente que sea. No lo olvidemos nunca…

Sin embargo, a nivel de comunicación política pocos mensajes políticos resisten la prueba de la coherencia en la actualidad y hay dónde denunciar en todos los campos partidistas porque es un mal endémico. Esta característica les hace endebles y provocan su fracaso. En ocasiones, no se trata de buscar alguna coherente sino más bien dilucidar quien se sostienen finalmente sobre las ruinas de sus propias contradicciones. Pasemos a analizar someramente algunos casos.

Los socialistas, los grandes perdedores de las anteriores elecciones locales todavía no se han dado cuenta de que no se puede sostener una cosa y la contraria y no acabar teniendo un peaje electoral por ello. Hace años, su líder, el inefable Pedro Sánchez se hartaba de sostener que “con Bildu no” y retóricamente ofrecía si su interlocutor lo quería, que se lo repetiría mil veces. También nos dijo que si pactaba con Unidas Podemos no podría dormir por las noches. Al cabo de pocos meses metía a los podemitas en su gobierno y llegó a pactar con los abertzales hasta cuando no necesitaba sus votos para conseguir imponer sus propuestas. Llegó a recabar su apoyo hasta la extenuación como si necesitara su aprobación final para seguir gobernando.

Los populares, a grandes rasgos también cometen un gran error de cálculo al descalificar constantemente a una fuerza política con la que también pactan con profusión y llegan a alcanzar importantes acuerdos de gobernabilidad hasta el momento en ayuntamientos, diputaciones y comunidades. Para ellos, debe ser de recibo hacer tal cosa, pero desde fuera la cosa parece bastante patética. Se puede pactar con el populismo de derecha radical de VOX, pero si se hace lo mejor es bajar el tono de las descalificaciones, porque acabas dando combustible a los argumentos incendiarios de la izquierda. Izquierda por otra parte que si puede pactar con los extremismos y separatismo mientras censura hacer lo mismo a su antagónica derecha. #TodoMuyCoherente.

El proyecto de Sumar, bien podríamos decir que lo que añade son más contracciones a estas ecuaciones. Y es que resulta que forman esta plataforma electoral asumiendo las cenizas de Podemos, pero se creen que apartando a ciertas “individuas” de sus listas, la gente no se va a dar cuenta de que son los mismos perros con los mismos collares. Parece mentira que hayan tardado tanto en parir una idea tan elaborada como que si Irene Montero no va en las listas no van a pagar en las urnas todo el mal que han hecho por ejemplo, con la ley del “solo sí es sí”. Y todo ello evitando hacer lo que sí hubiera haber remediado algo la situación: haber apoyado la reforma legislativa de esta metedura de pata y haber hecho dimitir a la arrogante “menestra” que provocó este entuerto. Pero como la gente es tonta, se creen que bastará con retirar temporalmente de las listas a la “cónyuga” del pérfido Iglesias. #TodoMuyCoherente. Proteger a las mujeres poniendo en la calle violadores.

Podríamos estar así hasta la extenuación, pero también nos podemos fijar en lo coherente que resulta que aquellos que quieren separarse de España como Batasunos y peneuvistas, esquerristas y Junts pero no tan Junts se lleven todos como perros y gatos. Nos da la impresión de que realmente la independencia es la mera antesala de lo que realmente buscan: incitar el odio y la guerra civil entre sus respectivas facciones. Al final, percibes que tanto unos como otros son meras maquinarias de dominación territorial política que de ninguna manera resultarán incompatibles con la mera competencia en estos horrendos menesteres. Nunca vamos a tener la oportunidad de ver una Cataluña o unas Vascongadas independientes, pero si así fuera, no aventuraríamos otra estampa que un perfecto duelo a garrotazos de las facciones enfrentadas del independentismo a la gresca. La revolución de las sonrisas, que dirían ellos…

Pero es que VOX no se queda atrás. A pesar de constituir una esperanza para la defensa de la unidad de España no alcanzamos a entender el contenido de muchas de sus estrategias políticas. En especial, nos ha llamado siempre la atención una de sus medidas estrella: la supresión de las comunidades autónomas. Y por ello, ¿qué sentido tienen la decisión de ocupar cargos en la administración autonómica para quien sostiene su desaparición? ¿Están locos estos romanos? Sobre todo cuando las desavenencias con los populares se escenifican en descalificaciones cruzadas como las que han protagonizado en Extremadura con una dirigente “popular” como Guardiola con la que lo mejor que se puede hacer es mantener las distancias, a tenor de la forma que tiene de relacionarse con los de VOX. ¿No es mejor propiciar cambios políticos y centrarse en reforzar la presencia en las entidades locales? Pero debe ser muy complicado darse cuenta de esto.

En todo caso, el panorama en España resulta desolador. La mera cercanía de la convocatoria electoral del próximo julio se muestra plomiza y cansina. Habrá que elegir entre lo malo, lo menos malo, pero el electorado merece no tener que elegir entre quienes confraternizan con los terroristas y los que destierran el castellano de las aulas gallegas. Entre los que se presentan como alternativa para toda España y sostienen un referéndum de independencia para Cataluña y los que han puesto miles de potenciales violadores en nuestras calles pretendiendo con ello abanderar la lucha contra la violencia de género. Como aquellas y “aquelles” que han levantado un edificio para defender discriminatoriamente a las mujeres y han acabado por desdibujar y difuminar legalmente la diferencia entre hombres y mujeres a una mera inscripción registral. No entendemos su coherencia porque seguro que no tendrá mucho sentido la broma. Nos vamos a limita con apuntar que nos parece #TodoMuyCoherente.

Mientras tanto, queda esperar. Esperar que España aguante todos estos envites antes de que surja una fuerza que verdaderamente muestre músculo racional y nos aleje de las contradicciones en las que tan a gusto se maneja nuestra clase política. En esta nación cada vez hace falta más cambio y esperamos que algún día Defensa Social lo pueda articular para el bien de todos. A este empeño nos consagramos. Mientras tanto, no nos cansaremos de poner de relieve sus engaños y contracciones.

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